Llegamos al final de esta aventura por Normandía y no podíamos irnos sin hacer la visita estrella de la zona, Le Mont Saint-Michel. Este enigmático islote con su impresionante abadía es de esos sitios que teníamos marcados en el mapa desde hacía tiempo. ¿Tú también lo tienes apuntado en la lista?
Si te quedas hasta el final, te explicamos la visita a la abadía, nuestro paseo nocturno, dónde no comer crepes y un buen sitio para pernoctar con la autocaravana.
Bienvenido al Mont Saint-Michel
La visita a la abadía
Muchos turistas se limitan a llegar hasta allí, pasear, hacer cuatro fotos y se marchan sin visitar la abadía. Pero nosotros sí te recomendamos hacer la visita. Vale mucho la pena sumergirte en la historia de este monumento, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Como hacemos siempre, madrugamos para ver la abadía. A las 9:00, hora de apertura, ya estamos en la puerta. La entrada cuesta 11€ + 3€ de la audioguía y el recorrido se puede hacer en 1 hora y media tranquilamente. Al ir temprano casi no hay gente, pero al salir la cola para entrar es considerable. Las entradas las puedes comprar por internet y ahorrarte parte de la cola, no toda.
La abadía del Mont Saint-Michel es un monumento único y no puede compararse a ningún otro monasterio de los que hayamos visto. Arquitectónicamente es espectacular. La forma del monte es piramidal y el edificio se construyó en la Edad Media. Teniendo que superar las dificultades topográficas y sin olvidar las exigencias de la vida monástica.
Una vez dentro, pasando por la entrada fortificada, lo primero que te encuentras es la escalera del Grand Legré que sube hasta la terraza de Sant-Gaultier. El camino transcurre entre la iglesia y los edificios abaciales, construidos entre los siglos XIV y XVI. Una vez arriba, desde la terraza del oeste, las vistas son impresionantes. Se ve desde el peñasco de Cancale, al oeste y en Bretaña, hasta los acantilados normandos al oeste. Desde aquí también se puede ver la aguja neogótica del campanario y rematada por la estatua de San Miguel.
Uno de los espacios que más nos gustó fue el claustro. Una galería que permitía circular por los diferentes edificios, era un lugar de oración y de meditación. Desde aquí se accede al refectorio, la cocina, la iglesia, el dormitorio o el archivo.
Paseo nocturno por el Mont Saint-Michel
Aquella noche del 3 de julio, los miles de visitantes que había de día ya no estaban. El monte se queda prácticamente vacío y la percepción es completamente distinta. La verdad que somos unos privilegiados de poder disfrutar de un lugar así, porque te hace retroceder en el tiempo y quizá se pueda llegar a comprender el espíritu del sitio.
Paseamos solos por las calles e intentamos dar la vuelta al monte por la arena, pero a medio camino tuvimos que darnos la vuelta por la cantidad de barro que había acumulado. Las fotos nocturnas son magníficas, aunque por culpa del Covid no había el espectáculo de luces que se hace cada año los meses de julio y agosto. Efectos sonoros y visuales que hacen que el monte todavía sea más mágico, pero no nos quedamos con las ganas verlo.
Para los golosos: chuches gigantes
Siempre te recomendamos lugares para comer o tomar algo, pero en este caso te vamos a decir dónde no parar. El chiringuito se llama «La Terrasse» y está nada más entrar al recinto del Mont Saint-Michel. Es el típico restaurante para turistas, absolutamente lleno, con precios desorbitados porque no tienen competencia. Productos mediocres que camuflan la poca calidad con cantidades exageradas de Nutella. 2 crees, 1 gofre y 2 cervezas, 26€. Nos salió cara la merienda.
Camping du Mont Saint-Michel
En nuestro caso, nos quedamos 2 noches en el Camping du Mont Saint-Michel. Es el camping más cercano y para llegar hasta el Mont Saint-Michel se puede ir caminando o coger los buses gratuitos en la misma puerta. Es un camping sencillo, pero las parcelas son amplias, con sombra y hay un bloque de lavabos, duchas y fregaderos.
Hicimos la reserva desde casa porque está ubicado en una zona privada a la que no pueden entrar los vehículos sin un código de acceso. Este código te lo facilitan desde el camping para que puedas pasar la barrera y entrar. Al estar en esta zona restringida tienes que pagar un coste adicional de 10€ por cada 24 horas, pero tuvimos suerte y el día de salida estaba la barrera abierta, así que no pagamos nada extra.
En el entorno del camping hay restaurantes y tiendas de souvenirs, pero ningún supermercado. Así que te recomendamos llevar la compra hecha. Eso sí, en la recepción puedes reservar pan.
El precio que se paga 53€ (2 noches 3 adultos) compensa si no vas a hacer una visita relámpago y realmente quieres disfrutar sin prisas. Ver el monumento en diferentes horas, las mareas o las luces de día y de noche. Para una visita express tienes el parking de autocaravanas (48.608411, -1.508183) con un precio en temporada alta de 19€ las 24h.
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